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El adolescente y la libertad

Entrar en el mundo de los adultos deseado y temido significa para el adolescente perder su condición de niño.

La adolescencia es un período fluctuante entre dependencia e independencia extremas. Sólo la madurez permitirá más tarde aceptar ser independiente dentro de un marco de necesaria dependencia. Período de contradicciones, confuso, ambivalente, doloroso, caracterizado por fricciones con el medio familiar y social. La búsqueda de una nueva identidad que se va construyendo en un plano consciente e inconsciente es lo que persigue el adolescente.

Sólo cuando su madurez biológica esté acompañada por una madurez afectiva e intelectual que le permita su entrada en el mundo del adulto, estará equipado de un sistema de valores, de una ideología que confronta con la de su medio y donde el rechazo a determinadas situaciones se cumple en una crítica constructiva. Pero antes de llegar a esta etapa hay una multiplicidad de identificaciones contemporáneas y contradictorias, por eso, el adolescente se presenta como varios personajes. No puede renunciar a aspectos de él mismo y no puede utilizar y sintetizar los que va adquiriendo.
Los padres ya no funcionan como líderes o ídolos, deberán aceptar una relación llena de ambivalencias y de críticas. A su vez, el hijo es el testigo más implacable de lo realizado y lo frustrado de los padres. Solamente aquellos padres que puedan identificarse con la fuerza creativa del hijo, podrán comprenderlo y recuperar dentro de sí sus propias adolescencias. Es en este momento del desarrollo donde el modo, en el que se otorgue la libertad, es definitivo para el logro de la independencia y de la madurez del hijo.

El desprecio que el adolescente muestra al adulto es una defensa para eludir la depresión que le impone el desprendimiento de sus partes infantiles, pero es también un juicio de valor que debe despertarse. Este dolor es poco percibido por los padres que suelen tomar una actitud de resentimiento y refuerzo de la autoridad, actitud que hace aun más difícil este proceso.
El adulto se aferra a su mundo de valores que con triste frecuencia es el producto de un fracaso interno y de un refugio en logros típicos de nuestra sociedad, alienada. El adolescente defiende sus valores y desprecia los que quiere imponerle el adulto. Se distancia del presente y fantasea con proyectarse en el futuro y ser independiente de los padres. Por lo tanto, debe formarse un sistema de teorías, de ideas, un programa al cual aferrarse y algo en qué descargar su ansiedad por la ambivalencia que surge entre el impulso al desprendimiento y la tendencia a permanecer ligado. Esta crisis la soluciona huyendo del mundo exterior, buscando refugio en la fantasía, en el mundo interno. Su hostilidad frente a los padres y al mundo se expresa en su desconfianza en la idea de no ser comprendido, en su rechazo a la realidad.

Un ejemplo evidente de la incomprensión al adolescente es exigirle que defina su vocación. A más presión parental, más incomprensión frente al cambio, el adolescente reacciona con más violencia por desesperación. En esta crisis los padres recurren por lo general a dos medios de coacción: el dinero y la libertad. Son tres exigencias básicas de libertad que plantea el adolescente: libertad en salidas y horarios, libertad de defender una ideología y la libertad de vivir un amor, y un trabajo. La libertad es mucho más que el hecho de recibir de los padres la llave de la casa. Si no hubo un diálogo establecido en muy difícil en el momento de la adolescencia lograr una comprensión.

Los adolescentes necesitan vivir sus experiencias amorosas y para ello deben contar con cierta aprobación de los padres para no sentir culpa. Pero, esta aprobación no debe tener por precio la exigencia de que informen sobre sus actos. Necesitan vivir sus experiencias para ellos. Escuchar es el camino para entender lo que está pasando en sus hijos. El adolescente de hoy está harto de consejos, necesita hacer sus experiencias y comunicarlas, pero no quiere que sus experiencias sean criticadas ni confrontadas con la de los padres.
El adolescente necesita libertad, dentro de un marco de límites y afecto que lo contengan en esta etapa de identificaciones, definiciones, dudas y miedos.

Síntesis de "El adolescente y la libertad" - Arminda Aberastury

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